Hace dos años atrás, el doctor responsable de la investigación de la Universidad de Minessota, Estados Unidos, Stephen Brimijoin, tenía entre sus manos una rata a punto de morir de sobredosis de cocaína. Fue entonces que su asistente, Yang Gao, inyectó en el animal un compuesto experimental vía intravenosa. Segundos después, el roedor se levantó, cesaron las convulsiones y sobrevivió.
Ante este suceso, los científicos siguieron estudiando las propiedades de este componente no sólo para el tratamiento de sobredosis, sino también para la rehabilitación de los adictos.
Hasta la fecha, todos los esfuerzos por bloquear la droga se orientaban en reestablecer el balance natural de dopamina en el cerebro. Pero Brimijoin optó por enfocarse en una enzima natural, presente en la sangre, capaz de transformar el veneno presente en algunas plantas, incluyendo la cocaína, en sustancias inocuas.
El primer paso fue modificar dicha enzima, desmontándola hasta su estructura atómica, reordenando sus componentes y su forma tridimensional. De esta forma, crearon un nuevo compuesto “comedor de cocaína” mucho más poderoso, denominado CocH (siglas de cocaína hidrolasa), capaz de actuar hasta mil veces más rápido.
Lo que permitió al doctor Brimijoin entender mejor el potencial del tratamiento fue descubrir que las moléculas de cocaína no se adhieren tan fuertemente al cerebro, sino que vibran a un ritmo rápido. De esta forma, las moléculas de droga presentes en las membranas de la rata fueron replegadas hacia el torrente sanguíneo y posteriormente eliminadas.
Una vez comprobada (en trece ratas), la efectividad de esta sustancia para encarar la sobredosis, el equipo se enfocó en el tratamiento de la adicción. Para ello, se basaron en un modelo conductual que postula que los roedores que han aprendido a presionar palancas para poder obtener la droga dejarán de hacerlo si se les quita de manera forzada la sustancia. Sin embargo, al ser expuestos nuevamente volverán a mover éstas como una forma de venganza.
Este comportamiento es similar al de los adictos que, tras largos períodos de abstinencia, sucumben ante la más mínima tentación. La sorpresa, fue descubrir que la enzima CocH abolió por completo el comportamiento proclive a la recaída en los animales de laboratorio.
El médico psiquiatra, especialista en adicciones, José Antonio Arias (Presidente de la Asociación Paraguaya de Psiquiatría de la Infancia y Adolescencia), asevera que la cocaína es una de las drogas más adictivas. Al ser consumida se produce una liberación importante de un neurotransmisor llamado dopamina que a su vez, actúa en algunos centros cerebrales que se relacionan con el placer, provocando una sensación de “bienestar” y euforia, de ahí su fuerte componente adictivo que afecta la conducta.
Fuente: lanacion.com.py